¡Qué pobre! El perro estaba encadenado, tendido indefenso sobre una estera rota; su cuerpo flaco temblaba en la suciedad, sus ojos sin vida como si esperara la muerte. AL

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Compelled by empathy, Mike couldn't turn...

En un rincón húmedo de la jaula, la imagen de un perro flaco, atado con fuerza por una cadena oxidada, hacía que cualquiera que lo viera se ahogara. Su cuerpo demacrado, su piel sucia, temblando sobre una estera rasgada, solo podía jadear, resignado a su cruel destino. Sin fuerzas para levantarse, yacía allí, con los ojos llenos de tristeza, sin vida, como si susurrara un milagro que lo liberara de su miserable vida.

Lucy’s story soon became a symbol of hop...

Las heridas de su cuerpo aún no habían sanado, su estómago estaba hundido por el hambre y la sed prolongadas, y cada débil aliento emitido era como un último deseo en medio de este mundo cruel. La gente no podía evitar estremecerse al pensar en cuántas palizas tuvo que soportar ese perro, cuántos días y meses sin comida ni agua.

Pero en el momento en que parecía que la puerta de la muerte se cerraba, un rayo de esperanza brilló: afortunadamente, el pobre perro fue encontrado y rescatado a tiempo por un grupo de rescate de animales. Lo sacaron del charco, le quitaron las cadenas oxidadas, le dieron su primer plato de arroz y un sorbo de agua con la emoción contenida.

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Esa imagen lastimosa es una llamada de atención sobre el maltrato a las mascotas: pequeñas criaturas que solo saben amar y ser leales, pero que tienen que soportar una crueldad fría.