Ayer por la mañana, los vecinos del barrio X se quedaron atónitos al descubrir una escena que hizo llorar a cualquiera que la presenciara: un perrito flacucho, temblando sobre un trozo de tela rasgado en medio de la calle, con los ojos llenos de lágrimas, rogando por su vida. Muchos transeúntes observaban en silencio, sin atreverse a acercarse, pues la debilidad del perro hacía sentir lástima.
Según un testigo, el perro parecía haber sido abandonado hacía muchos días; su cuerpo estaba cansado, tembloroso y casi exhausto. El más mínimo gesto, como intentar levantarse, hacía que la gente se ahogara. Nadie podía imaginar el dolor que esta pequeña criatura tuvo que soportar.
Por suerte, un grupo de voluntarios de rescate de animales llegó rápidamente al lugar. Recogieron con cuidado al perro, limpiaron su cuerpo sucio, le dieron agua y lo llevaron de inmediato a un centro de cuidados. Actualmente, el perrito ha recibido cuidados, su salud se recupera día a día y poco a poco recupera su vitalidad y su alegría innata.
La historia del perrito es un recordatorio doloroso pero esperanzador: en medio de la oscuridad, todavía hay manos listas para salvar a los débiles.