En un rincón de una vieja jaula de madera, en el frío de la madrugada, la imagen de la perra inmóvil dejó sin palabras a todos los presentes. Tenía la boca llena de espuma blanca, el cuerpo empapado y temblando con cada latido, pero sus ojos, aunque nublados y doloridos, aún intentaban mirar a sus cachorros, que buscaban su pecho. No ladraba, no lloraba, solo respiraba débilmente, como diciendo: «Mamá sigue aquí… mamad, bebés, una última vez».

Quien la descubrió contó que, al acercarse, la perra parecía agotada. Sin embargo, milagrosamente, se mantuvo quieta para que los tres cachorros pudieran mamar las últimas gotas de leche. Fue una escena desgarradora que hizo llorar a muchos.
Tras ver el vídeo, los internautas se inundaron de comentarios desgarradores: «El amor maternal no es exclusivo de los humanos…», «Ojalá alguien llegue a tiempo para salvar a estas pequeñas criaturas».
Sin palabras, los últimos actos de la perra hablaron por sí solos: un símbolo doloroso y a la vez sagrado de amor y sacrificio hasta el final.