“Me abandonaron porque era demasiado feo, mi cuerpo estaba deformado y lleno de heridas…” – El pobre perro tuvo que soportar el dolor físico y la desesperación al ser abandonado como basura. Pero justo en el momento más oscuro, apareció un rayo de bondad, trayendo esperanza y ayudando a esa alma rota a recuperar la fe en la vida. mt

by

in

Me abandonaron porque era “fea”. Mi cuerpo no era normal. Tenía las piernas torcidas, mis movimientos eran torpes y el dolor era mi compañero constante. Pero la agonía física, tan aguda e implacable como era, jamás podría compararse con el dolor de mi corazón. El día que me dejaron atrás, como basura tirada a un lado, sentí mi espíritu destrozado. No entendía por qué no era digna de amor.

Vagaba sola, cojeando a través de días que parecían interminables, cada paso una batalla. El hambre me roía el estómago, el frío se me calaba hasta los huesos y el miedo me envolvía como una sombra. Sentía que mis fuerzas se desvanecían, y con ellas, mi voluntad de seguir adelante. En lo más profundo de mi ser, comencé a aceptar la cruel verdad: nadie vendría por mí.

Pero justo cuando el último atisbo de esperanza comenzaba a desvanecerse, la bondad me encontró. Un par de manos tiernas me extendieron la mano, levantándome del suelo como si fuera algo precioso. Unas miradas cálidas se cruzaron con las mías y, por primera vez en mucho tiempo, no me sentí invisible. No se apartaron de mis cicatrices, mi cuerpo deforme ni mi dolor. En cambio, vieron un alma que merecía ser salvada.

Los días siguientes estuvieron llenos de cuidados que nunca había conocido: camas suaves, comida nutritiva y voces que me hablaban con amor en lugar de crueldad. Poco a poco, mi cuerpo comenzó a sanar, pero lo más importante, mi corazón también. Aprendí a confiar de nuevo, a creer que la vida podía ofrecer algo más que sufrimiento. Puede que sea diferente, puede que mi cuerpo no sea perfecto, pero soy la prueba viviente de que toda vida tiene valor. Y en la calidez de quienes eligieron amarme, encontré mi fuerza… y mi fe en la vida.